Te miré como un niño
con ojitos estrellados,
te miré con cariño
sin malicia ni engaños.
Y soñé yo contigo,
en un día cualquiera
de la mano al camino,
vanidad pasajera.
Te conté de silencios,
susurré mis canciones,
escuché tus palabras,
si, suspiré emociones.
Y te dije: te quiero
sin esperar respuesta,
y me dije: yo espero,
la esperanza no cuesta.
Llegará algún día
que escriba esta historia
y dedique mis letras
a evocar tu memoria.
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